Yo tenía una tortuga, le pusimos de nombre Saltarina
porque un día saltó desde la pecera
hasta la entrada del baño. Ahora no la tengo ya que
un día pusimos la pecera
en la ventana para que tomara el sol y la tortuga, fiel a su nombre- por eso se lo pusimos- volvió a saltar, el problema es que... mi casa está en un segundo piso.
¡Qué susto!, al ver que Saltarina no estaba en la pecera y se
había caído, bajamos corriendo a buscarla, pero no tuvimos suerte: había
desaparecido.
Al llegar mi padre a casa también la estuvo buscando,
hasta que un vecino, Antonio, el dueño del taller de coches que hay debajo de
mi casa, nos dijo que había visto a niño llevarse la tortuga, al verla en la acera de la calle.
¡Qué sorpresa y alegría saber que no murió!
Javier G.F
5ºB, 10 años